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Capítulo 2: La puerta de un nuevo mundo.

Esa noche no podía dejar de pensar en el nombre escrito en el libro. ¿Serán solo casualidades o es que hay cosas que no sé? Posiblemente será lo primero. Desde que tengo recuerdos solo me ha cuidado una persona, una asistente social que a los nueve años me dejó sola. Eso era ilegal pero decía que no me aguantaba que fuera demasiado insensata. Cuando por fin conseguí dormirme soñé con algo raro y misterioso. Estaba en un bosque de hojas de colores bastante extraños, de un blanco puro a un negro carbón, llevaba un traje de guerrera de la Edad Media. Corría y corría sin importarme lo que pasará a mí alrededor. Estaba atemorizará y cansada. Sobretodo cansada. De repente todo cambió y el sueño se traslado a una ciudad medieval en ruinas. Andaba y andaba por allí buscando por todos lados algo que ni yo misma sabía. Miré al frente y vi a un chico con los ojos verdes oscuros como yo, quizás más claros, y el pelo por los hombros y negro más que el mío. En sus manos poseía una espada que parecía afilada, lo más seguro que lo estuviera. Se parecía a mí. Teníamos rasgos similares y eso me parecía muy extraño. Entonces empezó a atacarme y yo no me podía defender y mientras me movía para los lados para librarme de sus mandobles, me rajo el estómago y caí al suelo de rodillas gritando de dolor.

Me desperté sentándome en la cama y respirando con cansancio. Miré los libros tirados en el suelo y decidí que era mejor olvidar todo lo que había leído. “ Es solo una historia “ pensaba continuamente. Cogí los libros y los volví a dejarlos en el desván.  Me metí en la ducha y me vestí un vestido negro por encima de las rodillas y de tirantes lo más rápido que pude. Seguro que llegaba tarde al instituto. Me daba igual la verdad.

Cuando llegué al instituto y entré en clase lo primero que me sucedió era la bronca de la tutora y dijo su famosa frase de “Estudia. Al final te conviertes en la gamberra de la clase”. Yo, como siempre, desconectada del mundo cuando me lo decía. Después de que hubo terminado su charla me senté en mi tradicional sitio de siempre y miré a Henry. Me guiñó el ojo y en mi cabeza volvió a surgir los pensamientos para rechazarle sin hacerle mucho daño. Eso era imposible. Henry siempre le dolía todo, por minúsculo que fuera el asunto. Arranqué un trozo de hoja y escribí en ella, “Tenemos que hablar. Urgente. Patio” y se la lancé a Henry. Por suerte nuestra tutora no se percato del papel aéreo. Lo leyó y me sonrió asintiendo. De un momento a otro todo tembló tan fuerte que la profesora cayó al suelo de culo, en otra situación nos hubiéramos partido la caja riéndonos pero no era el momento porque todos nos sujetábamos a la mesa con fuerza como si nos estuviéramos aferrando a nuestra propia vida para que no se vaya.  Después de varios minutos así, todo se quedó quieto y en silencio. Se abrió la puerta dando un golpe a la pared y se descolgó. Por ella entró un hombre de mediana edad, alto y delgado. En su mano llevaba una espada como la de mi sueño pero menos afilada y más pequeña. Sus pintas eran terriblemente graciosas pero a la vez curiosas, estaba vestido de campesino de la Edad Media de los pies a la cabeza. Me miró y me removí incómoda. ¿Por qué siempre yo?

-¡Princesa! Por fin le encuentro-Se acercó a mí a toda prisa, me cogió la mano y me la besó-

-¿Qué?-No daba crédito a lo que veía-

-Venga conmigo, se lo suplico, necesitamos su ayuda, princesa.

-¿Qué diablos habla? –me alejé-

-Princesa, no hay tiempo, tiene que venir conmigo, es urgente.
-No pienso ir contigo a ningún sitio y deja de llamarme así y de hablarme de ese modo

Y en ese momento me cogió del brazo con fuerza y me llevó por todo el instituto. Nos paramos en una sala que no entré en mi vida y ni si quiera sabía de la existencia de dicha sala. Entramos y nunca imaginé lo que había. Parecía una puerta de una cabaña blanca, me acerqué a ella, notaba como si detrás de esa puerta todo mi mundo pudiese cambiar y esa sensación me parecía muy familiar. La toqué despacio con el dedo esperando alguna reacción pero nada. 

-Princesa, ¿lo recuerda? –Me preguntó aquel hombre-

-No.-me aparté de la puerta y él se acercó con cuidado, murmuró unas palabras sin sentido y que yo no entendí y se abrió la puerta-

Lo que vieron mis ojos era absolutamente precioso, un bosque con árboles pequeños de colores y grandes y verdes de alzaba sobre nosotros. Me di cuenta que estábamos subidos a una colina verde y que podíamos ver ese bosque tan bonito y colorido. A los lados de ese bosque pude ver tres grandes caminos que se perdía entre las pequeñas colinas en dirección descendente.

-Princesa, quisiera enseñarle una cosa que seguro que recordará.-Me cogió de la mano y entonces me fue guiando por los  árboles y me guió por el camino grande de la derecha.-

 Andamos y andamos hasta que dimos con un valle entre montañas y una pradera verde con árboles en donde había casas. En donde nosotros nos encontrábamos veíamos una cabañita de madera y a lo lejos un castillo. Seguimos andando y nos paramos delante de la puerta del castillo.

-Su provisional casa, la casa que sus padres la dejaron cuando vuestro reino cayó en la desgracia.-Me miró sonriente y esperando a que yo supiese de que hablaba-

-¿Disculpa? No, no sé de qué me habla.-Dije-

-Es mejor que entré, dentro se lo explicaré todo con más detalle, era pequeña como para que se pudiese acordar, princesa.-Y entonces entró dentro del castillo-

“¡Qué manía con llamarme princesa!”, pensé. Al principio dudé bastante de si entrar o no, de si fiarme de aquel tipo o no. “Todo tiene que ser un sueño, nada de esto era real, seguro, seguro.” Me decía a mí misma. Pero no, pronto descubriría que era todo real. Al rato de pensármelo bastante tuve una decisión.

Y entonces Entré.


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2 comentarios:

  1. Hola :) Nueva seguidora ;)

    Me esta gustando bastante la historia aunque aun no se a lo que atenerme :P Espero que subas pronto el siguiente capítulo ^^
    Besiitos!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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